Solitario y cauteloso. La reserva propia de Virgo se mezcla con la altanería del Conejo, dando como resultado una persona a la que le cuesta comunicarse con los demás, y por lo tanto elige valerse por sí mismo. Aunque no le resulta fácil enamorarse, cuando lo hace encuentra que está hecho para el matrimonio: es confiable, precavido, leal. A pesar de lo que podría pensarse, en realidad son amantes muy fogosos: el sexo es uno de los pocos lugares donde se permiten dar rienda suelta a la pasión desmedida.
En su juventud, el Conejo de Virgo busca la excentricidad, el desenfreno que no tiene en su interior. Pero conforme van pasando los años, se vuelve reacio a la pasión y el frenesí, prefiriendo relaciones con personas calladas y tranquilas. Quien se enamora de una persona nacida bajo este signo combinado necesita aprender a respetar su naturaleza algo ermitaña y poco comunicativa.
La madera (correspondiente al Conejo) y la tierra (correspondiente a Virgo). Hay aquí los pies plantados firmemente sobre la tierra, quizás demasiado. Hay cierto miedo a la entrega, a la pasión, al ardor. Después de todo, le resultan peligrosos y extraños a este signo: son cosas propias del fuego, un elemento que no posee.
Los signos más hogareños, es decir: otros Conejos y los Jabalíes. Las Cabras de Cáncer y Capricornio también lo pueden hacer muy feliz.
Los Dragones y las Ratas de Piscis. Los Gallos no comprenden la forma prudente de vivir del Conejo de Virgo, especialmente si son de Sagitario o de Géminis.